INSOMNIO

|
Doy vueltas en la cama y no puedo conciliar el sueño. Un borrego, dos borregos. ¡No puedo dormir! ¿Será el estrés, las preocupaciones o simplemente el maldito calor que se siente lo que no me deja dormir? ¿Y será lo correcto el venir aquí y tratar de vaciar un poco mi mente enfrentándome a lo que he evitado por meses escondida en esta apatía? Sea lo que sea puede resultar en dos cosas: una que me dé sueño y logre dormir finalmente o que me escuche un poco en mi monólogo y tal vez, sólo tal vez, sea capaz de entenderme mejor y encontrar pequeñas soluciones que me den una salida a éste terrible hastío.
Y entonces ¿cuál es mi problema? Si he de ser sincera, hace no mucho tiempo creía que mi problema era no saber que quiero de la vida, estaba casi segura de que no tenía ni idea de qué era aquello que haría me apasionara por vivir y se convirtiera en mi sueño a aterrizar y mi destino a construir. Pensaba que mi crisis, o mejor dicho mis crisis, eran todas consecuencias de una etapa en la vida, de mis años de adolescencia, de algo que se llevaría el viento con el correr de los años. Sin embargo, cuando el tiempo siguió con su ineludible marcha y después de innumerables acontecimientos, por un momento considerable creí (con temor, he de confesarlo) que lo que se había llevado no habían sido mis crisis y con ellas mis angustias, sino más bien mis sueños y con ellos mis esperanzas. Con tristeza llegué a creer, e incluso aceptar, que lo transitorio y pasajero eran mis sueños y mis ilusiones (¡pero qué equivocada estaba!). Empecé a conducirme entonces, como un zombi por el mundo, como uno más entre tantos, pensando que a cada paso iba perdiendo mi esencia, lo que me hacía realmente ser YO y, más aún, que ese camino debía de ser el único camino. Lo que no parecía notar era que no estaba perdiendo mis sueños ni mis esperanzas, sino mis fuerzas, aquella fortaleza que me hacía querer alcanzar lo inalcanzable. En realidad, después de reflexionar al respecto, sentí que era inútil luchar contra una corriente que por mucho me rebasaba, pero aun así me negaba a perder mis sueños, me negaba a que ese mundo enfermo me arrebatara las últimas ilusiones y esperanzas que quedaban dentro de mí. Y aunque a la fecha no he recuperado aquella fortaleza trato de no olvidar al menos cuales son mis ideales y guiarme por mis propias convicciones (espero ese sea el primer paso). Así que tal vez necesito ir al país de Oz y pedir al mago un cerebro, corazón, valentía y que me ayude a encontrar el camino en el que se cumplan mis sueños. Ja, ¡cómo si fuera tan fácil!

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI.!-!*!°

|