ONE OF THOSE DAYS...

|

No fue un mal día, tengo que admitirlo, pero sí fue “uno de esos días”, uno de esos días que te deja pensando que el mundo va de mal en peor, de esos días en los que piensas que la mejor opción es también la más radical, uno de esos días en los que no sabes quién está de tu lado, uno de esos días en los que te das cuenta que problemas estúpidos en proporciones descomunales no deberían existir, en fin, uno de esos días en los que sientes, ves, y no encuentras solución, o la única solución se ve a años luz.

Para citar un ejemplo, leía una sentencia del Estado Español, aclaro antes una cosa, no soy abogada ni he estudiado lo suficiente en cuestión de derecho para entender todo de lo que se habla en la misma, pero estudie lo suficiente (si es que eso se lo debo al estudio) como para que algo me hiciera saltar como mi despertador por la mañana: la igualdad entre mujeres y hombres en las candidaturas para las elecciones. ¿Qué problema hay en esto? Claro, es una buena pregunta, pero ¿De verdad necesitamos discriminar a favor de las mujeres para acabar con la discriminación femenina? ¿De verdad tenemos que crear leyes a favor de la supremacía femenina para acabar con la injusticia y la desigualdad? Es decir, ¿La discriminación sólo se arregla discriminando?

Mi propuesta, por qué sí, no vengo sólo a protestar, sería entonces: ¿Por qué basarnos en el sexo de una persona para elegir o establecer juicios de valor para con las mismas? ¿Por qué no basarnos mejor en las capacidades y aptitudes del ser humano que es cada uno de nosotros y a partir de ello establecer conclusiones y distribuir categorías? ¿Por qué no dejar de discriminar y aceptarnos tal cual somos? O acaso será que el ser humano, así como el ser social, político y ávido de comunicación que es por naturaleza, también es discriminador por la misma causa. Pero ni eso podría disculparlo porque si algo nos ha enseñado Darwin es que los animales siempre EVOLUCIONAN.

THE AWFUL TRUTH

|
La honestidad está sobrevalorada en el discurso y está subvalorada en la práctica. En realidad no me sorprende tanto, así es como funciona el mundo, se educa a las personas para que crean una cosa y, sin saberlo, vayan en contra de eso.
De cualquier forma, aún sabiendo cómo funciona el mundo, o tal vez por eso, he tratado de ser congruente conmigo misma, con lo que pienso y con lo que soy, pero no puedo negar que no siempre he tenido éxito en la labor. Pero a lo que voy (y que tardo en llegar) es que, como creo tanto en la amistad, siempre he tratado de mantenerme sincera con mis amigos y decirles lo que pienso más allá de lo que quieren escuchar, y que no se me malinterprete, no lo hago porque crea que de algún modo soy poseedora de la verdad absoluta y que ellos deban escucharme, creerlo y vivirlo, sino porque de algún modo siento que si piden mi opinión estoy expresamente obligada a decirles lo que de verdad pienso, y no para hacerles sentir mal sino porque en mi cabeza saltan tantas dudas que sólo espero que alguien pueda responderlas.
Sin embargo, tal parece que a lo único que me ha llevado la honestidad ha sido a que mis amig@s no me cuenten lo que les pasa para evitar la inquisición que escapa de mi cabeza cada que no entiendo algo. Y a decir verdad (para variar) no puedo evitar sentirme mal al respecto, no creo en dar esperanzas en lugar de crear conciencia, pero tampoco quiero mantener a todos a mi lado a costa de decir sin sentir que todo estará bien y que viviremos felices para siempre así por que si.
¿Y es que siquiera tiene algún sentido? Y en caso de tenerlo, ¿alguien podría explicármelo? Probablemente sea lo único que necesite...

UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS

|
La vida es la constante sorpresa de saber que existo. Rabindranath Tagore

Tal vez sea muy tarde para esto, tal vez debería estar escribiendo mi carta a los reyes magos (aunque probablemente también sea demasiado tarde para eso) pero como es bien sabido soy de efecto retardado, así que aun cuando ya no esté en tiempo y a nadie le importe ya, me gustaría retomar lo que me dejó el 2011, un año ¿bueno? ¿malo? No importa, después de todo nunca he sentido esa rígida diferencia entre año y año. De hecho, así como para los perros la vida es un día largo, para mí la vida es un año muy largo, y eso solamente porque mis días terminan cuando me acuesto a dormir, sino probablemente disfrutaría la vida tanto como un perro, ja. De cualquier modo, y dejando todo ese preámbulo, puedo decir que el 2011 fue un año decisivo en todos los sentidos, un año en el que por fin y después de haberme resistido a ello por un tiempo, más el tiempo que me tomo llegar a ese punto, tuve que enfrentarme a uno de mis más grandes temores (aunque no puedo decir que lo haya superado del todo): sí, mi miedo a entrar de lleno a éste mundo capitalista para convertirme en una asalariada que teme quedarse sin empleo y no ser autosuficiente, taraaá! ¿La cura? Aún no la he encontrado, pero me he dedicado a dar pasitos de bebé asustado para encontrar un camino seguro y llegar a donde siempre he querido estar. La moraleja por el momento sobre el trabajo: cualquier cosa es mejor que quedarme en casa pensando hasta el punto de volverme loca.

Por otro lado, por fin puedo decir que después de tanto evitarlo y aferrarme a mantener contacto con personas y grandes amistades del pasado que encontraron una nueva vida lejos de mi camino, éste año fue el “bueno” y pude dejarlas ir. Claro, no negaré que dolió lo debido y lloré lo necesario. Sin embargo, ahora estoy convencida de que fue lo mejor, y tristemente también estoy convencida de que tarde en hacerlo. Si de algo sirvió esto fue para darme cuenta de lo importante que es la familia... mi familia y de que son los únicos que están cuando ya todo se ha ido... cuando parece que todo está perdido.

La gran pérdida del año fue la de mí incondicional amiguita y compañera durante algo así como 10 años que se fue sin querer dejarnos (tan sólo de recordarlo llega el nudo a la garganta). Sí, el mismo año que me dejo marcada su pequeña mordida. Todas éstas pérdidas me recuerdan a aquellas sabias palabras de un gran maestro que tuve mientras estaba estudiando en la UAQ: “Las personas siempre dejan huecos, huecos irremplazables, la única diferencia es que con el tiempo ya no duele”. Si he de ser sincera, siempre dudo que deje de doler por cada persona que se va, para tiempo después darme cuenta que (por más feo que se escuche) terminó siendo uno más.

Me gustaría detenerme en los pequeños detalles de cada experiencia, y en verdad espero tener las ganas de hacerlo algún día, pero por el momento sólo quiero comentar a grandes rasgos lo que fue el 2011.

De lo que puedo estar segura es que el año no termino como pintaba a inicios (tan prometedor como todos lo hacen en su momento), pero a final de cuentas fue un año bien vivido, con alegrías, tristezas, pérdidas, reencuentros auspiciados por las nuevas tecnologías, nuevas experiencias, nuevas amistades y nueva actitud. Eso sí, no creo que sea una persona nueva y mejorada, sino más bien una a la que ya nada le importa tanto, no hay nada tan serio que de verdad merezca todo el esfuerzo (y tal vez tampoco nadie).

No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella. Les luthiers