THE AWFUL TRUTH

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La honestidad está sobrevalorada en el discurso y está subvalorada en la práctica. En realidad no me sorprende tanto, así es como funciona el mundo, se educa a las personas para que crean una cosa y, sin saberlo, vayan en contra de eso.
De cualquier forma, aún sabiendo cómo funciona el mundo, o tal vez por eso, he tratado de ser congruente conmigo misma, con lo que pienso y con lo que soy, pero no puedo negar que no siempre he tenido éxito en la labor. Pero a lo que voy (y que tardo en llegar) es que, como creo tanto en la amistad, siempre he tratado de mantenerme sincera con mis amigos y decirles lo que pienso más allá de lo que quieren escuchar, y que no se me malinterprete, no lo hago porque crea que de algún modo soy poseedora de la verdad absoluta y que ellos deban escucharme, creerlo y vivirlo, sino porque de algún modo siento que si piden mi opinión estoy expresamente obligada a decirles lo que de verdad pienso, y no para hacerles sentir mal sino porque en mi cabeza saltan tantas dudas que sólo espero que alguien pueda responderlas.
Sin embargo, tal parece que a lo único que me ha llevado la honestidad ha sido a que mis amig@s no me cuenten lo que les pasa para evitar la inquisición que escapa de mi cabeza cada que no entiendo algo. Y a decir verdad (para variar) no puedo evitar sentirme mal al respecto, no creo en dar esperanzas en lugar de crear conciencia, pero tampoco quiero mantener a todos a mi lado a costa de decir sin sentir que todo estará bien y que viviremos felices para siempre así por que si.
¿Y es que siquiera tiene algún sentido? Y en caso de tenerlo, ¿alguien podría explicármelo? Probablemente sea lo único que necesite...

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